Al igual que Dante en su divina comedia, para alcanzar el paraiso, había que pasar por el infierno, el soplao, el infierno cántabro. Este es mi relato:
Sonaba el despertador a las 5:45, había llegado el día señalado. Nos levantamos para desayunar con tiempo, últimos preparativos y echamos las bicicletas al coche, el apartamento estaba a 5 kilómetros de cabezón y al terminar ya sabíamos que no nos iban a quedar muchas ganas de volver en bici. Alrededor de las 7:00 estábamos en la salida, un poco retrasados, pero menos de lo que me esperaba. Bromeando y hablando de trivialidades para ignorar los nervios que nos comían por dentro hasta que oímos la traca que indicaba la salida. Allí me encontré con mi "virgilio" particular, Alberto uno de mis primeros monitores de spinning, un tío familiarizado con este tipo de marchas y que aunque no había realizado una preparación especifica para el soplao pertenece a ese reducido grupo de personas que tienen capacidades físicas innatas. Él no conocía la ruta, y yo la había estudiado al dedillo, decidimos asociarnos y acompañarnos durante la ruta.
Los primeros kilómetros nos dejamos llevar arropados por la marcheta del grupo, mi objetivo era terminar y no quería arriesgar en los tramos de bajada por pista con tanto tráfico, para muchos en ese tramo acabó su aventura, siempre es desagradable ver a gente caída por el suelo.
Tras el primer avituallamiento seguíamos bastante agrupados, hasta la "cocina" allí un cartel nos avanzaba lo que tocaba "aquí empieza el infierno" las primeras rampas del soplao un firme lleno de piedras y las primeras montoneras, pero yo estaba gallito, empecé a subir con fuerza y tirando de equilibrio, la gente se apartaba y el público me jaleaba, mmm que buenas sensaciones... Pero esto era sólo el principio y había que volver a controlar la situación, la dura subida empezaba a hacer su selección, la pista, con tramos de piedra suelta no facilitaba mucho el adelantar gente, pero tranquilamente, sin precipitarnos íbamos escalando posiciones. En el avituallamiento del soplao comemos fruta, bebemos y reponemos agua, Luis venía cerca, agrupamos y afrontamos el descenso donde el pasado año dilapidé mis posibilidades, bajé con mucho cuidado, y me di cuenta de la imprudencia que cometí el pasado año.
En un tramo de carretera Alberto me impone un ritmo incómodo, le comento que en ese tramo yo había pensado recuperar que levantavamos un poco el pié. Pronto lleguamos a la subida del monte Aa una subida corta, pero con unas rampas infernales, ibamos bien de fuerza y superamos bien los porcetajes de hasta un 23%, en una de las peores rampas, una niña gritaba a cada uno de los que cruzabamos por su lado "Venga vamos que sois los mejores!", un hombre que había a pocos metros nos comentó que llevaba gritandolo toda la mañana, que no había dejado a nadie sin su grito de apoyo.
Tras la bajada del monte Aa, miramos tiempos, llevabamos una media de casi 15km/h!! Esto se merecia un avituallamiento en condiciones en casa del monte, nos alimentamos bien y comenzamos la subida, nos volvemos a encontrar con Luis y con pulebielas! que había parado en la caseta de fisios para que le soltaran las piernas, sus excesos en los primeros kilómetros le estaban pasando factura. Aunque las cuestas iban para arriba, muy para arriba, estabamos entrando en el infierno, las temperaturas eran axifisiantes y las rampas imposibles. Este puerto aún conociéndolo te destroza, sobre todo moralmente, un comienzo durísimo te deja muy justo de fuerzas para afrontar las interminables rampas de la parte final, en cada curva parece que vas a ver el final, pero sólo te encuentras otra rampa más larga que la anterior. Sin sombra y con 37º no bajarse de la bici era todo un logro, gracias a una fuente a unos 3kms de coronar, nos mojamos la cabeza para refrescarnos y aliviar un poco el calor. Allí me volví a encontrar con Luis que empezaba su particular calvario, la subida al moral le había dejado tocado.
Emprendimos la vertiginosa bajada por la vertiente sur del moral, ya subían los primeros, lo que la hacía más peligrosa, pero por suerte la pasamos sin incidentes.Al llegar abajo, nuevo tramo de carretera, mi rueda trasera no esta bien va demasiado descentrada, creo que he roto un rádio, pasamos por el bonito pueblo de Bárcena mayor y llegamos al avituallamiento de llano del castrillo. Reviso la rueda y efectivamente he perdido un radio, lo comento con el mecánico de la organización, por si tenian radios de mavic, me dice que no, pero que me monta una rueda, entera!! Pues nada, mientras me montan la rueda como y bebo, no veo a Luis que había cogido algunos metros en la bajada del Moral, pero estaba allí. Comemos y bebemos, pero no rellené la mochila y sólo eche un plátano. Con mi rueda nueva comenzamos la subida al coloso del día, el cruz de fuentes el principio de este puerto es muy bonito y llevadero, además hay mucha sombra lo que lo hace muy agradable en comparación con el moral. No erámos conscientes de dónde nos estábamos metiendo, tras una ligera bajada en mitad del puerto empezó el verdadero sufrimiento, empezaban a escasear las sombras, la temperatura era asfixiante una vez más, entre en mi infierno particular, empecé a notar las peores sensaciones del día no subia de pulsaciones y las piernas no iban, me estaba cogiendo un pajarón monumental, el espectáculo era penoso, la gente aprovechaba cualquier sombra para pararse y tirarse al suelo completamente desmayados. Sabía que esto me podía pasar intenté sacar lo mejor de mi cabeza para no caer en barrena en la desesperación, seguía dando pedales, Alberto se me escapaba pero no me adelantaba gente, a esas alturas, todos ibamos muy mal. Hice una pequeña parada para comerme el plátano que llevaba en la mochila pero ya era un poco tarde, había consumido todas mis reservas, con mucho sufrimiento conseguí completar esos dos kilómetros y medio infernales y coroné el cruz de fuentes, alli le pedí a Alberto un gel, necesitaba glucosa si quería salir de esa. Tras un pequeño descanso cogiamos la carretera para terminar de subir el puerto de palombera, allí me empezaron los calambres, me baje de la bici y me puse a andar un poco. Allí me encontre con el único gilipollas que había ido a ver la marcha, un tio viejo con una bici de carretera que me suelta "si ya estas con calambres, más vale que abandones" una familia que había enfrente le contestó, pero mi moral estaba a prueba de bombas, sólo tenía que llegar al avituallamiento y recuperar.
Alcancé por fin el ansiado avituallamiento, comi, bebi, estiré. Allí le pedí a Alberto que tirara para delante, a mi ya sólo me quedaba subir venta vieja para alcanzar el punto más alto de la ruta, pero no sabía como iba a superar el momento de crisis, empecé la subida y las piernas me funcionaban mi cuerpo volvía a tener gasolina, sin abusar ni de ritmo ni desarrollo coroné venta vieja! Alli había un grupo de personas con un cencerro con su fiesta particular, me animaron como si fuera el primero y yo celebré tambien como si así fuera. Lo había conseguido, sólo me quedaba la segunda subida al moral pero había pasado lo más duro tras reponerme de una crisis. Ya empezaba a vislumbrar mi paraiso.
Tras una larga bajada, primero por un tramo de piedras que castigó mi maltrecho cuerpo y luego un tramo de carretera, llegué de nuevo al pie del moral, alli me encontré con popuser, me alegró un montón verle. Además yo ya estaba pletórico. La primera parte de la subida al moral fué muy llevaderá y salvo la últimas rampas no lo pasé muy mal. Arriba me encontré con dani, juntos nos encaminamos a cabezón. Como no podía ser del todo fácil, el último tramo de carretera me dí cuenta de que llevaba la rueda trasera pinchada, no pensaba parar.
La entrada en meta increible, repleto de gente apaludiendo, impresionante. Alli estaba popuser, me abracé con él, el era consciente de mi decepción del año pasado por no terminar. Eché de menos a Vero mi novia, que no pudo venir, me hubiese encantado encontrarmela allí, pero no pudo ser. Una de las cosas que más me emocionaron llegando a la meta fué una pancarta que decía "Papá, eres mi héroe". Preparar esta prueba y terminarla es un esfuerzo titánico, pero remover en la personas ese tipo de sentimientos es muy grande. Todos los que terminaron el soplao ese día conmigo son mis héroes...
Con esta entrada termino este blog, para mi es como terminarse un buen libro. Tendré que buscar otro reto. No voy a despedirme sin dar las gracias a la persona que más me apoya en todo lo que me propongo y que tiene toda la paciencia del mundo, que este año la he puesto demasiadas veces a prueba, muchas gracias Vero, te quiero muchisimo! Tambien a mis padres y a toda mi familia que también han aguantado mis plantones por irme con la bici, y en especial a mi madre que me ha ayudado con la alimentación y los trastornos del rodillo.
También tengo que agradecer a todos los que en estos cinco meses me han heco compañia en mis rutas, Manolillo, Luis, Tomás, Pulebielas, Popuser y a todos los lanchares, como no.
No se donde pararé el año que viene, pero si esta marcha sigue con la misma filosofía repetiré...
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eres afortunado por tener a tod@s esos amig@s y familiares que te rodean, y sobre todo a Vero, no la conozco, espero poder hacerlo dentro de poco tiempo, seguro que es una gran mujer.
ResponderEliminarCuando el dolor es insoportable, nos destruye; cuando no nos destruye, es que es soportable.
Nerverosa-Lanchar
Enhorabuena Felipe, leo tu crónica y me veo reflejado en tus sentimientos.
ResponderEliminarDavid-salao
Joder!!!! Otro que ha hecho que se me vuelvan a saltar las lágrimas!!
ResponderEliminarCada vez que leo una crónica siento como si fuese mía, todas esas sensaciones que tuvimos el sábado fueron parecidas, si no iguales, para todos.
Enhorabuena socio!!!
Me has conseguido emocionar, yo tambien vi lo del cartel y eché de menos esos lazos que tanto a veces hacen falta...a quien le explicas esas sensaciones?? Nadie que no haya estado alli o vivido de cerca esto comprende este esfuerzo titanico, usando tus palabras...
ResponderEliminarFelicidades Felipe, Ya tenemos un soplo en la cabeza y en el corazón